lunes, 26 de septiembre de 2011

Quiero, quiero y tengo.

Quiero tener un rincón  pequeñito, lleno de mí.
Quiero tener acuarelas, muchas pegatinas, fotos, recortes, negativos sin revelar, chinchetas rosas de las que te vienen sorprendentemente en packs de chinchetas rojas, amarillas, verdes y azules. Quiero miles de libros de terror, de amor y de misterio. Quiero sueters de punto y gorritos con pompón regados por mi cuarto, evidenciando el frío y, por lo tanto, las tardes de invierno bajo tu manta. Quiero verte en mis apuntes, en una esquina, en tinta lila. 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mi salvavidas

Tengo el cuello caliente, sudando. Pero sin embargo cuando me intento limpiar estoy completamente seca. De hecho mi piel al tacto ahora mismo es como la tierra cuarteada de los desiertos de Arizona. Siento que se me calientan las orejas por dentro y las cuencas de los ojos que, por cierto, me arden. Me mareo, me revuelvo, me atraganto. Y poco a poco voy sintiendo el agua rozando las puntas de los dedos de mis pies hasta casi llegarme a los tobillos. Mi vista se nubla y, como siempre, solo atino a susurrar, y es que nunca me he atrevido a gritar mi nombre. Pero sí el tuyo. Cuando menos puedes oírme. Cuando menos quieres oírme. No sé qué hago...me río de mí misma. Soy ridícula. Entonces aparece ella. Siempre fue ella, desde el primer momento. Y me ha acogido sin querer nada a cambio y me ofrece enredar sus dedos en mi cabello. Sus dulces manos, iguales a las mías. Y su olor envolviéndome, haciéndome volver muy atrás, mucho más atrás de este tiempo que corre ahora adelantándome siempre...¡Y por la derecha! Y es que gracias a ella puedo sonreir más de vez en cuando a pesar de que me haga la insensible. Aunque es imposible engañarla, sabe que soy más frágil que la porcelana. "¿Tu ves a esta niña? Pues ten cuidado con ella porque es de cristal, y como la rompas te rompo yo los dientes..." Y es que madres brutas y dulces como la mía...hay pocas.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mi girasol se ha muerto

Echo de menos tu piel. Las pecas de tu espalda moviéndose al compás de una música de sordos. Echo de menos tus ojos. Tus ojos me mueven todos los órganos de mi cuerpo, me agitan el corazón y me lo paran. Me dan amparo y me calman. Echo de menos tu olor...y la forma en la que me pones suavemente un mechón detrás de la oreja, casi acariciándome toda la mejilla a su vez. Como un dos por uno celestial. 
Mis palabras son un poco desordenadas y sin sentido, pero son tal cual me vienen a la mente, como los "te quiero" que suelto en los momentos más extraños y aleatorios.
Mataría por un atisbo de emoción por hablar conmigo, por una lejana muestra de cariño o por...poder hacerte sentir como antes.
Un borrador que no puedo dejar atrás pero no puedo evitar dejar a medias. No puedo más.